jueves, 28 de mayo de 2009

La última noche en el mundo


- ¿Te acuerdas?
- Sí… Me acuerdo…
- Lo dices como si hubieras cambiado de sentimientos… como si ya no me quisieras. Dime que aún me quieres.
- Sí… Te quiero…
- Repítelo. Quiero estar seguro de que no estás mintiendo.
- Te quiero. Te quiero. Y sé que tú me has querido siempre.


lunes, 25 de mayo de 2009

Cerillas en un apagón


Pasadas las 12 del mediodía, salieron juntos de la habitación 104 de aquel hotel de mala muerte del centro de Madrid.

Ninguno de los dos supo articular una sola palabra desde allí hasta la boca del metro. Poco después, justo donde la línea 10 separaba sus caminos, se miraron, se abrazaron, se volvieron a mirar y se fundieron en un beso. Seguramente no el mejor de sus vidas. Seguramente peor que cualquiera de los que se habían dado esa noche donde lo único que se atrevía a interponerse entre ambos era algún trozo de sábana y nada más, y nadie más. Un beso especial que les acabó sabiendo a lágrima salada porque ella no supo contener más a sus ojos, que justo ahora se empeñaban en ser sinceros. Mejor ahora, pensó.

Cuando se alejaban, ninguno de los dos se giró. Ni siquiera pudieron levantar la mirada para dirigirla de un andén a otro.

Tras diez minutos en el vagón, él sacó algo de su bolsillo. Lo miró durante unos segundos y, entonces sí, rompió a llorar.
(DIEGO GARCÍA)

La culpa es del viento,
cruzando calles de dolor.
Soñando despiertos,
dejamos el suelo tú y yo.
Corrimos hasta la mañana,
después fue peor.
La culpa es del viento,
que nos arrastró.
(Enrique Urquijo)

viernes, 22 de mayo de 2009

Robar y compartir

Pero no olvidéis lo que os dejo aquí:
para bien y para mal,
estos días se irán…
estos días sin fin…
(Robar y compartir, TACHENKO)

jueves, 14 de mayo de 2009

El color de un día triste no consigue apagar nada


“Tanto el frío de Noviembre, el cansancio y la costumbre
no conocen ni una esquina de un amor tan bien guardado…”



Si preguntas por ahí, te dirán siempre lo mismo: es un chico muy callado, no habla mucho de su vida pero no parece que sea muy feliz. En la facultad le saluda mucha gente, aunque muy pocos podrían decirte demasiadas cosas sobre su vida. Incluso hay varias chicas que se han fijado en él, más de las que cree, pero le ven tan lejos…

Para todo el mundo, es un chico triste. De ésos que si alguna vez te has preguntado lo que hace en su tiempo libre, seguro que has acabado imaginándole sentado en su habitación, viendo pasar las horas, leyendo algún libro raro o enganchado a sus millones de cómics. Él sabe lo que piensan por ahí, pero a decir verdad no le importa mucho. Hace tiempo aprendió que su vida es lo que él hace con su vida, y que lo demás da igual. Las voces que vienen de fuera apenas se oyen porque fueron ésas las que hace años le mandaron abajo, muy abajo, a punto de cruzar al otro lado. Ahora ya le da igual que hablen, ya se cansarán, no tienen ni idea.

Hoy es viernes y su vida vuelve a sonreír. Como el viernes pasado. Como el anterior. Como cada viernes desde hace ya unos meses, desde que la encontró a ella. Parecía hecha con el mismo molde que él. Nunca creyeron en el destino, pero desde que sus vidas se cruzaron sale el sol cada día, aunque ahí fuera la gente corra con sus horribles paraguas de una acera a otra. Puede que su semana en clase haya sido un horror, pero sabe que su tiempo libre es para ella, y eso le hace enormemente feliz. Puede que nadie le comprenda en casa, pero tampoco nadie puede quitarle la sensación de tranquilidad cada vez que mira esos ojos de color indescriptible. Puede que las cosas no sean tan fáciles como cuando jugaba en la alfombra de su habitación, pero cuando recorren Madrid de la mano siente que todo tiene un porqué. Sí, ella es el “pero” de todas las cosas malas.

Dan mil vueltas juntos, es el mejor momento de la semana para los dos, y al final siempre acaban en el mismo sitio. El ambiente perfecto, su música, los cuadros de Warhol, su bebida favorita… Es su refugio particular. Ese lugar tiene un trocito de ellos dos, y cada vez que suena esa canción de Family, su canción, se abrazan y entonces el mundo deja de existir.

Pero hoy es diferente. Ella está un poco más nerviosa y él se ha dado cuenta. Parece como si estuviera esperando algo. Empieza a juguetear con el borde del vaso, pero el temblor la delata. Por eso cuando se da cuenta esconde sus manos entre las piernas.

La música comienza a sonar, es su canción por fin. Se levantan, se abrazan y se balancean lentamente. De repente, ella separa su cabeza del hombro de él, que se asusta un poco al ver cómo sus ojos grandes y redondos de niña de patio de colegio empiezan a humedecerse cada vez más. Ella traga saliva y cierra los ojos por última vez antes de clavarlos en los de él. Se miran durante unos segundos y el mundo se para cuando él lee en sus labios la frase que siempre quiso escuchar. Las dos palabras que él mismo llevaba semanas pensando y que no había podido pronunciar por timidez, por vergüenza, por tonto. Ahora son sus propios ojos los que se empañan, y una lágrima corre desde su mirada de niño triste hasta su boca, que dibuja la sonrisa más sincera que es capaz de recordar.

Hoy su vida es ella. En su vida, ella es hoy. No puede dejar de mirarla. No quiere. Quién se lo iba a decir… toda la vida sintiéndose aislado de los demás, y ahora se da cuenta de que no hay sentimiento que le aleje más del mundo que ése, el de ser infinitamente feliz. Y esta noche la felicidad vive justo ahí, en el inexistente espacio que hay entre sus manos y las de ella.

Cuando salen a la calle, hace frío y la lluvia inunda la ciudad. Pero ellos no se esconden bajo ningún horrible paraguas ni corren de una acera a otra. Caminan despacio y sonriendo de la forma más tonta que se ha visto jamás. Como queriendo que el tiempo no pase más deprisa de lo necesario. Como sabiendo perfectamente que desde hace unos meses, y más aún desde esta noche, el tiempo es sólo suyo y de nadie más.

El lunes aparecerá de nuevo por la puerta de su clase, y sus compañeros volverán a pensar que el fin de semana de ese chico triste habrá sido un aburrimiento porque el viernes pasado tampoco estaba con los demás en la discoteca donde la gente que se considera normal suele malgastar sus noches entre alcohol, ruido y humo. Y él saludará al entrar y les mirará con esa media sonrisa que vuelve locas a las chicas durante unos segundos, justo antes de que se den cuenta de que en realidad está tan lejos…
(DIEGO GARCÍA)

“Les veo bailar callados sobre un amor tan fuerte,
ella dirá aquello que él no se atreve…”


martes, 12 de mayo de 2009

Allí donde me recreo

Como recordaréis, hace unos días escribí un texto que acabé eliminando porque me pareció una enorme chorrada. En ese artículo que había escrito, sólo había una cosa que realmente merecía la pena: la canción con la que había decidido acabar ese texto. Estaba escrita y cantada por uno de los más grandes que ha habido en este país. Uno de los nuestros, uno de los míos. Una de esas voces con las que crecí en los 80 y en los 90, y también una de las más importantes hoy en mi día a día.

Hoy su voz se ha apagado. Hay muy poca gente en el mundo que me hagan sentir que hablan el mismo idioma que yo, y hoy hay uno menos. Lo siento pero no tengo ni fuerzas para explicar la lluvia de sensaciones que siempre me ha traído esta canción. Basta decir que para mí esa letra ha sido lo más parecido a un himno, a una forma de vida, a un espejo...

Qué putada. No sé qué decir. Perdonadme.

Antonio Vega, tu magia y tú siempre estaréis conmigo.

sábado, 9 de mayo de 2009

Como un cuadro

Esta canción se la dedico a todas las personas que la entendemos perfectamente.

PD: Qué pronto te fuiste, Enrique.



Tan libre, tan aislado,
buscando nada en ningún lado.
Alguien tendió una mano
y yo me encadené a esos brazos.

Colgado a sus caderas,
me fui olvidando de quién era,
me fui quedando a un lado,
vencido por mi propia guerra.

Me quedé como un cuadro
a su pared pegado,
que nada tiene que hacer,
salvo seguir colgado.

Colgado a sus peleas,
dando la cara ante cualquiera,
dejando mis ideas
perdidas tras sus escaleras.

Me quedé como un cuadro
a su pared pegado,
que nada tiene que hacer,
salvo seguir colgado.

Quise bajar del marco,
buscar mi sitio en otro barco,
pero estaba atrapado,
como sobre su piel tatuado.

Me quedé como un cuadro
a su pared pegado,
que nada tiene que hacer,
salvo seguir colgado.

(Letra: Enrique Urquijo)

jueves, 7 de mayo de 2009

Un descolorido temblor en la deriva de los días

Estoy atravesando seguramente la época más tonta de mi vida. Ni mala, ni depresiva (aunque por ahí haya gente que me vea así...), ni rara ni nada de eso. Tonta. Y hoy viví una consecuencia clara. Tenía un texto que llevaba días preparando con toda la ilusión y hoy, al leerlo por última vez para publicarlo, me ha parecido que era la mayor chorrada del mundo. Eliminar, papelera de reciclaje, aceptar.

Llevo un tiempo con esta canción en la cabeza. No sabía que estos dos maestros habían llegado a cantar juntos. La letra de Diego Vasallo es simplemente la mejor que he escuchado en mucho tiempo, merece ser leída sin la música de fondo, en voz baja. En cuanto a la intervención de Quique, allá por el segundo 58... no tengo nada que decir... sólo que hay días que sin su voz me moriría.





De amor,
de terciopelo y espinas
de cactus en flor,
de olvidos por las esquinas
al deshojar
los juegos de amor,
vuelve a vibrar
un descolorido temblor
en la deriva de los días.

Y ahora vivo aquí,
donde cruza la frontera
entre la razón
y una inútil ilusión
traicionera.

Mi cruz,
mi muestrario de heridas,
nuestros días de luz
y nuestras estrellas caídas
de este espejo
que no escupe nada,
tan sólo el débil reflejo
de esta escueta balada
con la luna a cuestas y el agua al cuello.

Fue clemente el juez,
sólo el tiempo es mi condena.
Y ahora vagaré
de la mano de cualquier
alma en pena.

De esta vida,
de este manual compartido,
de las despedidas,
de todo este amor esparcido,
de las penas
y de las alegrías,
de este calor en las venas
cuando con tus manos frías
recompones mi vida entera.

Y ahora vivo aquí,
donde cruza la frontera,
entre la razón
y una inútil ilusión
traicionera.



martes, 5 de mayo de 2009

En otra dirección



“Hace unos días que no
llega la hora de entrar en mis sueños,
y paso noches enteras contra el tiempo.
Hoy iré en otra dirección
para olvidar mi vida pasada,
veo hielo en mis ojos, siento el miedo...”

domingo, 3 de mayo de 2009

Un mundo entero para que juegues


Hola.

Han pasado ya más de 24 años. Te parecen menos ¿verdad? A mí también, parece mentira. Siempre me dijiste que ésta es la primera canción que escuché en mi vida, porque tú la ponías en el tocadiscos y yo daba pataditas desde dentro. Y que por las noches, antes de dormir, siempre me la cantabas para que me fueran entrando ganas de lo que vendría después, de lo que podría ver cuando por fin volara fuera de ti.

Y sí, al final abrí los ojos. El sol es increíble, es capaz de cambiarte el ánimo sólo con aparecer por la mañana. Despertarse una día de verano sin nada que hacer y dejar que entren sus rayos por la habitación es una de las mejores sensaciones del mundo. Pero ya ves, entre unos y otros han conseguido que mi vida no pueda representarse como un sol radiante, y ahora me siento más a gusto cuando llueve y el día es gris.

He visto el mar brillando con todo su azul, como me cantabas. Lo he visto desde miles de sitios, incluso desde algún otro país. Y nunca me deja de sorprender. Algún día lo voy a poder ver cada mañana y creo que mi vida va a ganar muchas cosas cuando eso suceda.

Llegué a notar la lluvia saltando pura sobre mi piel, pero creo que no he tenido mucha suerte porque sólo pude disfrutarlo una vez en toda mi vida. Inolvidable, pero sólo una vez. El resto de lluvias que cayeron sobre mí eran de todo menos puras. Aún sopla el viento, pero para aprender a jugar con él todavía me falta corregir muchas cosas que hay en mí y que ahora no están nada bien.

Sigo soñando con ver caer la nieve por Navidad. Aquí en Madrid nieva muy poco, ya lo sabes, una vez cada dos años. Pero suele ser en Enero o Febrero siempre. Ojalá algún día pueda ver nevar en Navidad. Sería increíble. O en Reyes, que siempre fue el mejor día del año en casa porque Dany y yo no dormíamos en toda la noche y cuando daban las 8:00 siempre íbamos al cuarto de baño de al lado de vuestra habitación y hacíamos todo el ruido posible para que os despertarais y pudiéramos empezar a abrir paquetes. ¿Sabes?, podría recordar perfectamente todos y cada uno de los regalos de Reyes que tuvimos, podría decirte incluso el año de cada uno. Y también me acuerdo perfectamente de aquella Navidad en que las cosas empezaron a ir mal y ya nada era lo mismo, ni siquiera en el mejor día del año. Supongo que hay cosas más fuertes que un simple calendario, ¿no?

Guardo todos tus libros, sabes que están arriba en el trastero. Pienso subir a por ellos en cuanto mi vida esté un poco más ordenada y sea un poco menos tonto. Sé que los voy a disfrutar más así.

Tenías razón con lo del pan recién hecho. Hay pocas cosas en el mundo que huelan tan bien.

En gran parte gracias a ti, crecí libre y feliz, aunque ahora que he crecido dudo mucho de sentir esas dos cosas plenamente. Y la verdad es que a veces tengo dudas. De vez en cuando me da por pensar en que quizá mi vida esté siendo un fracaso por no ser capaz de ser tan feliz como debería y por esta continua sensación de estar desaprovechando lo más valioso que me diste. Pero ya sabes cómo soy, tengo mucha facilidad para acercarme a lo que no me conviene pero se me pasan rápido las cosas y enseguida estoy dedicando el tiempo a soñar, a pensar en viajes imaginarios, a creer en cosas imposibles pero que me hacen un poquito feliz. Sabes que siempre me gustó lo difícil, lo que todo el mundo ve demasiado lejano a mí me gusta acercarlo un poquito. Por eso a veces soy feliz por un momento aunque no haya motivo, por eso creo en imposibles, por eso tengo un cajón lleno de camisetas rojas y blancas que siempre te parecían feísimas, por eso encuentro razones cuando nadie las ve y sin embargo mi cabeza falla cuando se supone que hay que ser feliz. Por eso. Porque tú me enseñaste que para ganar, primero hay que perder. Porque de ti aprendí a disfrutar las cosas pequeñas, que al final acaban siendo siempre las más importantes.

Un beso.

Diego

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FELIZ DÍA A TODAS LAS MADRES