sábado, 21 de mayo de 2011

Cuando despiertas, ya no están aquí...

Siempre que me voy unos días de Madrid, me acuerdo de esta canción…



...y entonces me doy cuenta de que si un día dejo de sentir esta ciudad como una parte de mí, ese día empezaré a ser menos yo.

Desde Las Ventas
hasta Chamberí…

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viernes, 6 de mayo de 2011

Yo no creía en el amor... hasta que empezamos a bailar


- ¿Sabes? –decía mientras se concentraba en las ondas que generaba en el café con la cucharilla-. Creo que a veces la vida te pide estar solo, alejarte de alguna forma de la gente, estar contigo mismo y conocerte mejor. Y en uno de esos ratos de autointimidad, preguntarte qué es lo que esperas de los días, de las personas, comprobar los medios de que dispones y hasta dónde llega tu predisposición para llegar adonde deseas. Si uno reúne la valentía suficiente para responder(se) a todo eso, la mitad del camino estará hecho.
- ¿Y estás preparado para darte ese tiempo?
- Sí, de eso puedes estar segura. Soy joven y me puedo permitir un tiempo de soledad. ¿Meses? ¿Años? No sé cuánto tiempo será, pero creo que hasta que no tenga claro en qué consiste mi vida, no podré compartirla con nadie.

Justo cuando terminó de pronunciar esas palabras, el camarero llegó a su mesa con el cambio. Dejaron unas monedas en el plato de plástico y se repartieron el resto entre los dos. Se levantaron y, tras descolgar los paraguas de las sillas, se marcharon sonriendo por algo divertido que ella le iba contando.

Sus palabras jamás habían sonado tan sinceras como aquella tarde de Septiembre. Nunca podría haber mentido a su amiga de la infancia, a la que recurría cada vez que su maldita cabeza le traía problemas, así que en aquella cafetería no dijo más que lo que sentía. Tras muchas decepciones, se propuso a sí mismo un descanso. Mirarlo todo desde la perspectiva que se le supone a la soledad y empezar a tomar sus decisiones de forma más meditada. Esas frases salían de su boca y llenaban el aire de convicción, seguro como estaba de que eran el principio de una nueva vida, sin pensar que quizá estaba precisamente ante el final de la antigua.

Por eso, nadie hubiera podido prever lo que ocurriría después. Tras aquella conversación, le hubiera sonado a broma que meses después le acabaría saludando el tendero cada vez que pasaba por el puesto de flores de la plaza. No hubiera creído a quien le dijera que había tantos restaurantes románticos en la ciudad, que iba a terminar perdiendo esa inspiración que le hacía escribir siempre cosas tristes, que el olor de un perfume podía alegrarle el día o que el tren llegaba a tantos lugares que parecían construidos sólo para dos. Quién le iba a decir que aquella tarde de lluvia, mientras buscaba el futuro en la taza de café, no tenía más que levantar la mirada para encontrarlo.

(DIEGO GARCÍA)


Tonight there’s no one else above us,
it’s just you and me.
And all the idiots hanging around
don’t have a clue
what they’re trying to prove now.
But I've realized
I don’t believe in love… until we dance.




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sábado, 30 de abril de 2011

Me pasa como a Nixon...

Lo mismo lo mismo...



"Yo ya he dejado atrás nombres y teléfonos.
Yo ya he dejado atrás el miedo al ridículo.
Yo ya he dejado atrás los sábados insólitos
en los que andaba haciendo el tonto."


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viernes, 22 de abril de 2011

D E S E O





Quédate como estás, que voy
por algún tapiz, pinceles y un trapo.
Déjame retratarte al sol,
espérame así, no muevas los brazos.

Hoy,
y por el resto de los años,
tallaré en esta canción
la obra maestra de tu corazón.

Hecho el boceto, nace el color
pidiendo tener todos los derechos.
Y en mi paleta hay una discusión
para resolver quién dará en tu cuerpo.

Soy
muy consciente de tu tiempo,
pero mira tu reloj:
lo atrasé con acuarelas y crayons.

Quise pintar tus labios, amor
y se dibujó un jilguero
que se echó a volar por la habitación
silbando tu nombre, y luego
dejó caer una pluma,
con la que escribo estos versos.

Sólo una pincelada más
y te dejo ir, no cambies el gesto,
que falta un verde otoño en la
sombra del gris de tu misterio.

Ya
pintaré en tus ojos sueño,
cuando acabe de brillar
el duende que se ha posado en tu mirar.

Quise pintar tus labios, amor,
y se dibujó un jilguero
que se echó a volar por la habitación
silbando tu nombre, y luego…

Quise pintar tus manos, amor
y se dibujó un velero
que, sin colorear y sin estación,
navega con dos marineros:
uno soy yo en tu hermosura,
el otro se llama Deseo.





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jueves, 14 de abril de 2011

Esa preciada llama...


Sumire puso la cara reconcentrada de costumbre y estuvo largo tiempo acribillando el hielo indefenso con el extremo de la paja. Después alzó la cabeza y me miró.
- De que ahí está el peligro ya me había dado cuenta. ¿Cómo podría explicártelo? A veces me siento muy desamparada. La incertidumbre de cuando te encuentras de golpe desposeída de un marco en el que apoyarte. La pérdida del lado de la fuerza de gravedad, la sensación de estar flotando sola por el negro espacio, a la deriva. Sin saber siquiera adónde te diriges.
- ¿Como un Sputnik pequeñito que se hubiera extraviado?
- Tal vez.

[…]

Al perder a Sumire, muchas cosas murieron en mi interior. De la misma forma que desaparecen muchas cosas de la playa cuando se retira la marea. Lo único que me ha quedado es un mundo deforme y vacío. Un mundo frío y tenebroso. Las cosas que surgieron entre Sumire y yo jamás podrán renacer en ese nuevo mundo. Soy consciente de ello. En la vida de las personas hay una cosa especial que sólo puede tenerse en una época especial. Es como una pequeña llama. Las personas precavidas y con suerte la preservan con todo cuidado, la hacen crecer, la llevan como una antorcha que ilumine sus vidas. Pero, una vez se pierde, esa llama no vuelve a recuperarse jamás. Yo no sólo he perdido a Sumire. Junto con ella también he perdido esa preciada llama.

Mañana tomaré un avión y volveré a Tokio. Pronto acabarán las vacaciones de verano y pisaré de nuevo la interminable senda de la costumbre. Allí sí hay un sitio para mí. Está mi apartamento, está mi mesa, está mi aula, están mis alumnos. Una sucesión de días tranquilos, de novelas por leer, algún amorío de tarde en tarde.

¿Por qué tenemos que quedarnos todos tan solos? Pensé. ¿Qué necesidad hay? Hay tantísimas personas en este mundo que esperan, todas y cada una de ellas, algo de los demás, y que, no obstante, se aíslan tanto las unas de las otras. ¿Para qué? ¿Se nutre acaso el planeta de la soledad de los seres humanos para seguir rotando? Me tumbé de espaldas sobre una piedra plana, alcé la vista hacia el cielo y pensé en la multitud de satélites artificiales que debían de estar girando alrededor de la tierra. Cerré los ojos, agucé el oído y pensé en los descendientes del Sputnik que cruzaban el firmamento teniendo como único vínculo la gravedad de la tierra. Unos solitarios pedazos de metal en la negrura del espacio infinito que de repente se encontraban, se cruzaban y se separaban para siempre. Sin una palabra, sin una promesa.

[Sputnik, mi amor, Haruki Murakami]




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lunes, 4 de abril de 2011

4-4

Hoy pongo esta canción porque hace mucho que no me dedico una a mí mismo, y creo que ésta concretamente nació para dedicármela…




Hace un rato que se ha ido todo el mundo. Ha dejado de sonar el teléfono y por fin he dejado de sentirme el centro de atención por un día. Y como eso es justo lo que peor me sienta, pues seguramente como cada 4 de Abril el día acabe con la típica conversación y mi madre diciéndome “Lo peor de los cumples es ser el centro de atención, por esa parte siempre deseas que se acabe”. Y tendrá razón. Y lo peor es que también tendrá razón cuando en torno a las 23:59 diga eso de: “Qué pena, se acaba tu cumpleeee…”.

En este último año, me ha terminado de quedar claro lo difícil que me va a resultar tener una gran cantidad de amigos. Tampoco es que sueñe con tener millones de personas que me quieran en todos los rincones del mundo, ésa es una idea que no me parece realista, incluso puede que me asustara un poco si fuese así. Prefiero tener menos amigos y estar seguro de poder llamarlos así. Y creo que para eso tiene que tratarse de personas realmente especiales, además de capaces de comprender una forma de ser como la mía. No soy de esas personas a quienes uno tiene constantemente encima. Tiendo a conceder muchísimo espacio a los amigos, y también a concedérmelo a mí respecto a ellos. Entender esto como una forma de ser o como una señal de desgana, supongo que ya depende de cada uno. Y dicho esto, quiero decir que uno de mis mayores orgullos es esa pequeña lista de personas que son tan importantes en mi día a día, ya aparezcan más o menos, ya influyan de una forma u otra… pero que siempre están ahí. Este pequeño mundo late desde el corazón de Madrid pero respira del aire que llega desde otros lugares que no hace falta mencionar.

Pero sobre todo ha sido un año de sensaciones, como siempre he pretendido. Algunas muy malas, claro. El año de mi cuarto de siglo ha estado regado de preocupación, de incertidumbre, de hospitales y noches largas. Pero también de ratos que nunca olvidaré, de viajes literalmente inmejorables por tratarse del lugar y la compañía perfecta, de enormes e irrepetibles alegrías deportivas, de amistades recuperadas, de nuevas amistades, de amor. Sensaciones. Y si me tengo que quedar con una, si hay una sola que pudiese repetir cada día, sin duda sería la de abrir los ojos por la mañana y sentir el abrazo de su cuerpo. La de que el primer sonido del día sea el de su respiración acompasada con el latir de su corazón de encaje y seda. Éste es el tipo de sensaciones que le dan sentido a todo, ése es el lugar adonde las palabras no saben llegar.


Ya no cumples cada norma si no encuentras su sentido.
Sigues buscando las flores, hoy las cuidas con más mimo,
porque sabes que no crecen a la luz de cualquier sitio.

Eres un superviviente de los días y los gritos,
de la soledad hiriente que taladra los sentidos.
Has limpiado trapos viejos, cambiado todo de sitio,
y me alegra que te acerques con la fuerza de haber sido
y de ser superviviente de todo lo que has tenido.

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sábado, 26 de marzo de 2011

I hate to say this, but my eyes go blind...


“…nace con voz y guitarra, con una melodía que evoca a los '50, con cierto aire de nostalgia… como algo que tienes en la memoria pero que también suena a nuevo…”
(Lourdes Hernández)




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