lunes, 20 de abril de 2009

Y tan sólo me pregunto si tomarme vacaciones de mí misma


Ahí está. Sentada en su habitación a cualquier hora de cualquier día de la semana, porque en sus días desde hace tiempo los domingos son muy parecidos a los miércoles. En la cama. Asomada a la ventana. En la silla ante el ordenador. En la maldita canción que hoy suena sin parar para recordarle que su vida no es la que quería vivir.

Parecía que cumplir los 20 sería el comienzo de una nueva vida, de empezar a “ser mayor” y de disfrutar más de las cosas, pero años después se ha dado cuenta de que desde entonces la vida no se ha portado muy bien con ella. Le enseñaron desde muy pequeñita a no mirar a los demás y ahora está segura de que las comparaciones, estando ella de por medio, siempre son odiosas. Todos le dicen que nunca cambie, que es una persona muy valiosa porque como ella hay una en el mundo y no más. Y ella lo sabe, en el fondo le gusta ser como es, pero esos caminos le conducen a unas metas tan raras...

A veces mira su móvil, buscando en la agenda alguien a quien recurrir. Una mirada amiga que la convenza de que la cancioncita que hoy no para de sonar no tiene razón, que hay gente a su alrededor y que sentirse comprendida no es imposible. Y no, no la encuentra. Su agenda está llena de gente que ella no quiere ni ver porque le hicieron sentir mal, y también de muchos que estarían encantados de compartir una noche con su cuerpo, pero jamás aceptarían dedicar siquiera unos meses a conocerla, aunque sólo fuera por callar a tantas y tantas voces que dicen que jamás encontrará a nadie que la quiera. Ni siquiera por probar. ¿Quién quiere complicarse la vida con alguien así? Cuando tienes veintipocos lo último que buscas es problemas, lo quieres todo rápido y a ser posible, fácil. Y cualquiera que la conozca mínimamente sabe que “rápido” y “fácil” no son palabras que encajen muy bien con todo lo que tiene dentro.

Y claro, se ha vuelto desconfiada. No con las personas, sino con su propia suerte. Por experiencia, las cosas en su vida han tendido siempre a empeorar, y ahora tiene algo parecido al miedo cuando ve una puerta abierta. Por eso hay fotos que se ha autoprohibido mirar. Por eso hay un nombre que se salta cada vez que mira su agenda. Sabe que detrás de él está la esperanza de que todo esto tenga un sentido. Está convencida de que dentro de cada una de las letras de su nombre está todo lo que necesita, por mucho que sus amigas insistan en que no se monte historias, que esto jamás saldrá bien, que está fantaseando con algo imposible. Pero sus amigas no saben que, hace unas semanas, ella soñó que por fin tenía motivos para creer y para darle una oportunidad a su sonrisa, ellas no estaban esa mañana ahí para ver cómo le cambió la cara cuando se dio cuenta de que todo era un maldito sueño feliz. Ni tampoco saben que cada vez que habla con él, sus ojos se iluminan y sonríe de la forma más tonta del mundo. Ni que cuando termina la conversación ella siempre llora como una niña porque no sabe cuándo será la próxima vez que todo será bonito sólo porque él esté al otro lado.

Lamenta que jamás tendrá valor para hacerle saber que no le ha hecho falta tenerle delante para sentir que haría auténticas locuras por él, por la persona que llegó a su vida en el momento justo y con las palabras justas para crear una estúpida ilusión. Y entonces odia a su ordenador, a la distancia, al miedo y a todo lo que la separa del abrazo de la persona que día a día está alegrando su vida sólo por ser, sólo por estar.

Sus amigas tienen poco poder de convicción, pero al final ella acaba haciendo como que las cree. Para que se callen y también para no admitir que ha dejado de confiar en su suerte y que en el fondo ella también sabe que todo va a salir mal porque, en las películas bonitas, ella está siempre en las butacas, nunca en la pantalla.
(DIEGO GARCÍA)

4 comentarios:

Eva dijo...

Lo que has escrito es muy bonito. Y la canción no la conocía, también me ha gustado.
Te diré que a veces podemos vivir bonitas historias sentados en la butaca, al fin y al cabo lo que se ve en una pantalla es pura ficción.
Todo en la vida es arriesgar y no dejarnos influir por los demás. A veces cuesta, y más si suelen hacernos presión, pero nosotros siempre debemos decidir al final qué queremos hacer.
Como siempre un placer leerte.
Un beso.

P.D: Siento diferir contigo en el anterior post y decirte que a mi nunca me han gustado los payasos. Pero joer, me dan grima. ¿Has visto la peli IT de S. King? :s
Tú sales muy gracioso en la foto, en el 92 tenía yo...¿14/15 años? Ufff...una eternidad ^^

Lau! dijo...

Parece que le he cogido el gusto a esto de comentarte, pero esque siempre hay algo en lo que escribes que me gusta.. Mientras voy leyendo se me van ocurriendo cosas, algunas menos "importantes" pero siempre hay algo por lo que termino diciendo: tengo que dejarle un comentario... SIEMPRE!

Y me he vuelto a identificar con la historia. Te lo acabo de decir, menos mal que he retomado la lectura (Que ayer lo dejé a medias) porque me había perdido lo mejor, el final. Lo mejor por el hecho de que es la parte con la que me siento identificada. Una vez más has expresado lo que siento o lo que sentía tal cual hasta hace unos días, ya sabes, un nuevo giro en mi vida... Pero hasta hace unos días me sentía así, y tú lo has expresado así, tal cual, reflejando lo que sentía perfectamente.

No es nada nuevo, pero: me encanta tu forma de escribir. Me encanta que tengas un blog para compartir esa forma de escribir con los demás, conmigo. GRACIAS!

Un besazo!

Marga Esteban dijo...

Acabo de leer este post...es tanto lo que dices y se mezcla, que sólo escribiré lo que siento....veintitantos, bonito recuerdo. La vida tiene estos matices, incongruencias, se viven dualidades que no quisieras pero no puedes evitarlo. La vida te enseña, pero sólo te arrepientes de lo que NO has hecho...Aprender es equivocarse, de los logros solemos sacar poco provecho. Los amigos de verdad suelen mantenerse al margen, avisan pero no oprimen, y quedan en la retaguardia por si hay que recoger los pedazos y ayudar a recomponerte. En la pantalla aparecen historias reales, la cuestión es :
¿Somos espectadores o somos protagonistas? ¿somos los que vemos pasar la vida o los que hacemos que en la vida pasen cosas?
Un beso.

Iris dijo...

Me siento un poco identificada.... te odio xD.. me gusta mucho lo has escrito :)
un beso!


Iris