¿A que no sabes dónde he vuelto hoy?
Donde solíamos gritar
diez años antes de este “ahora” sin edad.
Aún sigue el monstruo y aún no hay paz.
Y en los bancos que escribimos
medio a oscuras, sin pensar,
todos los versos de “Heroes”
con las faltas de un chaval…
aún están.
Y aún hoy
se escapa a mi control,
problema y solución,
y es que el grito siempre acecha,
es la respuesta.
Y aún hoy
sólo el grito y la ficción
consiguen apagar
las luces de mi negra alerta.
Tengo un cuchillo, y es de plástico
donde solía haber metal.
Y el libro extraño que te echó de párvulos…
sus hojas tuve que incendiar.
Y en los hierros que separan
la caída más brutal
siguen las dos iniciales
que escribimos con compás…
ahí están.
Vertical y transversal,
soy grito y soy cristal.
Justo el punto medio, el que tanto odiabas
cuando tú me repetías que te hundirá y me hundirá,
y solamente el grito nos servirá.
Decías “es fácil” y solías empezar.
Y es que el grito siempre vuelve,
y con nosotros morirá.
Frío y breve como un verso
escrito en lengua animal.
Y siempre está…
Te hundirá y me hundirá,
y solamente el grito nos servirá.
Y “ahora no es fácil” tú solías empezar.
Vertical y transversal,
soy grito y soy cristal.
Justo el punto medio, el que tanto odiabas
cuando tú me provocabas aullar.
Y ya está, ya hay paz… ya hay paz.
Y ya está, ya hay paz… ya hay paz.
¿Por quién gritaba?
Lo sé y tú no.
No preguntabas
tú nunca, no.
(Allí donde solíamos gritar, Love of Lesbian)
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