lunes, 22 de junio de 2009

Como el papel


Esa noche volvió a pensar en ella. Habían pasado diez, quizá doce, quince años o mil desde que se prohibió recordar toda aquella historia.

Pero hoy ella había vuelto a pasear por su mente con su vestido y su bolsito a juego. Y puede que los años se hubieran llevado su voz, la expresión de su mirada o lo guapa que se ponía cuando sonreía, pero había algo de lo que jamás podría olvidarse: el color de su piel, casi de mentira, y aquella infinita melodía…
(DIEGO GARCÍA)

2 comentarios:

Eva dijo...

A veces, por mucho que pasen los años, recuerdas momentos inolvidables, y te parece mentira que los hayas vivido.
Un besote!!!

Marga Esteban dijo...

Las pieles de las orientales son como polvos de arroz ¿verdad?, pieles casi transparentes que contrastan con el color azabache de su pelo liso. Muy bonito...los años no pasan en vano, pero el recuerdo es lo que cuenta.