viernes, 13 de marzo de 2009

Jugando en otra ruleta

A la orilla de una piscina y de un verano, descubristeis que el cielo empieza a tres metros de la tierra. Que las venas del mundo arrastran vuestra sangre, como un río desbordado que lleva muebles, juguetes, la ropa de los ahogados... Que vuestro corazón puede ser una casa vacía o una acera por donde, sólo de tarde en tarde, pasa la fortuna.



Sí, llovió duro. La noche fue una ruleta trucada, una moneda lanzada al aire que cayó por el lado de la cruz, un mal viento, una mala noche para acabar con un tiempo de sueño. Después vinieron todas esas nubes, vientos y sol que yo anunciaba cuando el mundo era posible. Pero allí, detrás del horizonte, siempre intuimos el fulgor de lo desconocido. El reflejo de la vida que, quién sabe, quizá jugando en otra ruleta habríamos podido alcanzar.
(El camino de los ingleses, 2006)

2 comentarios:

Eva dijo...

Después de la tormenta siempre llega la calma y a veces una calma increíble desencadena la peor de las tormentas.
La vida no es sinó eso. Estar sometidos a repentinos cambios. Podemos estar radiantes de felicidad y en cuestión de segundos algo realmente desagradable puede tornar nuestra felicidad en un sentimiento de odio por habernos quitado todo lo bueno y cambiarlo por algo realmente pésimo.
Un beso.

P.D: La chica de la foto es preciosa.

Pez. dijo...

(Acerca de la entrada anterior)
Es, cuanto menos, interesante. La verdad es que no me suelo expresar tan explícitamente, pero me he quedado asombrada de la inmensa cantidad de cosas que has escrito y que yo pudiera haber incluído en una entrada con semejantes características.
Empezando por la buena señal de las rarezas de uno mismo, hasta Quique González. (Que por cierto, tenía la entrada para ir a verlo a Joy Eslava y no me dejaron pasar, a dos días de cumplir la mayoría de edad.)
Llevaba tiempo sin leerte, francamente hablando, pero sé que no voy a dejar de hacerlo. Intentaré dejarte unas palabras más a menudo.
Un beso grande.