lunes, 29 de junio de 2009

Que estés a mi lado, aunque no tengas nada...


Siempre era él quien se despertaba primero de los dos. De hecho, hasta que no llevaban un par de meses durmiendo juntos, ella no se enteró de que se ponía el despertador sólo para apagarlo corriendo y verla amanecer cada día.

Así empezaban los días en su cama hasta hace demasiadas semanas. Pero, puede que por la preocupación o por la falta de sueño o a saber por qué, últimamente los primeros ojos que se abren son los de ella, y ya no hay desayunos entre sábanas ni cosquillas de buenos días.

Hoy se ha despertado pasadas las ocho y media, y ahí estaba él. Hablando entre sueños de viajes y deseos. Y entonces ella se ha puesto a llorar como la niña que aún es, porque ha visto al amor de su vida siendo feliz por primera vez en mucho tiempo pero esta vez no era con ella. Y lo ha pensado un rato y se ha dado cuenta de que jamás le había sentido tan lejos teniéndole tan cerca. Y le ha parecido mentira que con todo lo que lucharon por su historia, ahora todo se haya apagado y sólo quede la inútil cercanía de los cuerpos.

Hoy se siente egoísta y sólo le quiere a él. Aunque sea lo peor para los dos. Aunque sepa que esto no va a ningún lado y que se acaba. Aunque hoy pueda ser el último día.

Hoy ha aprendido que, a veces, las flores se mueren aunque las riegues cada día.
(DIEGO GARCÍA)

''Como un regalo que, al ensuciarse, tiró quien limpiaba…
Como un vaso después de beber el trago más dulce…''


jueves, 25 de junio de 2009

Un demonio de pasión...



El presente de este encuentro se trazó en el mar,
donde el cuerpo no se oculta y flota la verdad.
Apareces en mi sol como un nuevo amor
y atrapas mi persona con tu voz… tu voz…
Tu voz, veneno de lujuria.

Hoy parece que en el cielo
se barajan mis sentimientos,
y han puesto en el rumbo de mi amor
la trampa del corazón.
Se han tejido los tendones
que sustentan las relaciones,
y han puesto un demonio de pasión
rondando mi corazón.

Como el ojo del ladrón, que mira sin mirar,
te robaste todo el oro que hubo por robar.
En cabeza de mujer no hay seguridad
y el hombre se hace dueño por la piel… la piel…
La piel, alfombra de lujuria.

Hoy parece que en el cielo
se barajan mis sentimientos,
y han puesto en el rumbo de mi amor
la trampa del corazón.
Se han tejido los tendones
que sustentan las relaciones,
y han puesto un demonio de pasión
rondando mi corazón.

(La trampa del corazón, Nacho Cano)
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lunes, 22 de junio de 2009

Como el papel


Esa noche volvió a pensar en ella. Habían pasado diez, quizá doce, quince años o mil desde que se prohibió recordar toda aquella historia.

Pero hoy ella había vuelto a pasear por su mente con su vestido y su bolsito a juego. Y puede que los años se hubieran llevado su voz, la expresión de su mirada o lo guapa que se ponía cuando sonreía, pero había algo de lo que jamás podría olvidarse: el color de su piel, casi de mentira, y aquella infinita melodía…
(DIEGO GARCÍA)

jueves, 18 de junio de 2009

Ese viaje hacia la nada


Algo tiene Aute. Algo tiene para que él fuera casi casi el principio de todo lo que es la música para mí. Algo tiene para que cada vez que le escuche me den ganas de estar dos horas en silencio. Algo tiene para que, después de haberme cruzado con él mil veces en el Parque de la Fuente del Berro, ni siquiera haya sido capaz de saludarle ni de decirle que una parte de mí nació con sus letras.





Enemigo de la guerra
y su reverso, la medalla.
No propuse otra batalla
que librar al corazón
de ponerse cuerpo a tierra
bajo el paso de una historia
que iba a alzar hasta la gloria
el poder de la razón.

Y ahora que ya no hay trincheras,
el combate es la escalera,
y el que trepe a lo más alto
pondrá a salvo su cabeza,
aunque se hunda en el asfalto
la belleza.

Míralos, como reptiles
al acecho de la presa,
negociando en casa mesa
maquillajes de ocasión.
Siguen todos los raíles
que conduzcan a la cumbre,
locos por que nos deslumbre
su parásita ambición.

Antes iban de profetas,
y ahora el éxito es su meta.
Mercaderes, traficantes…
más que náusea dan tristeza,
no rozaron ni un instante
la belleza.

Y me hablaron de futuros
fraternales solidarios,
donde todo lo falsario
acabaría en el pilón.
Y ahora que se cae el muro,
ya no somos tan iguales.
Tanto vendes, tanto vales,
viva la revolución.

Reivindico el espejismo
de intentar ser uno mismo,
ese viaje hacia la nada
que consiste en la certeza
de encontrar en tu mirada
la belleza.

(La belleza, Luis Eduardo Aute)



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domingo, 14 de junio de 2009

Mi remolino de estrellas


Muy dentro del bosque, sobre un manto de humedad…
sentados muy juntos, te contemplo, te oigo hablar.

Mientras me has pintado la noche de carmín
me señalas el cielo, que se abre para ti.

De repente miro y tiemblo porque ya no estás,
entre nubarrones el viento te llevará.

Por el cielo cruzan brujas del alba,
me siento estremecer, tu mirada es azabache.

Escapaste entre alientos de fuelle y hoguera.
Ululante te vas, ¿qué será de mí?

Sopor, duermevela, incertidumbre… ¿Dónde estás?
Espero señales, saber que regresarás.

Con las puntas de tus dedos rózame.
Noto tu presencia... Dios del cielo, ahí estás.

Tendido en el suelo, me miro en tus ojos,
bruja volandera de entrevientos y cerrojos.

De tormenta y viento, tú me sobrevuelas,
y por un instante tu mirada es negra.

Albas de zozobra y desapego terrenal.
Encuentros de cielo que me aturden, déjame escapar.

Entrelazamientos de acoso a mi debilidad,
mi remolino de estrellas quiere estar donde tú estés.

Noto que se abate ese espíritu que fui…
(Letra: Manolo García)


martes, 9 de junio de 2009

Si mis pies me pudieran llevar a la tierra que pisas y ves...

FOTO: Nerja, algún verano.


Casualidad: Combinación de circunstancias que no se pueden prever o evitar. (Diccionario de la RAE)


jueves, 4 de junio de 2009

Era una tarde tan gris como mi vida de antes...


Nadie entendía sus raras costumbres, pero eso le hacía sentirse diferente. Y en este mundo donde la gente parecía tan vacía, diferente era una de las mejores cosas que podía ser. Cuando salía del trabajo siempre se tomaba su café, pero cada día en un sitio distinto.

Nunca le gustó repetir. Y habría conocido todas las cafeterías de Madrid de no ser porque el día menos pensado sucedió lo más inesperado. Una tarde, mientras se distraía con las ondas que formaba la cucharilla en el café, alguien cogió la silla en la que nadie se sentaba nunca. Y no, esta vez no era para pedirle permiso y llevársela a otra mesa.

Él no levantó la mirada hasta que no estuvo seguro de que efectivamente alguien se había sentado frente a él. Con todo el descaro del mundo. Para qué pedir permiso. Sus ojos miraron al frente y ahí estaba ella. Unos diez años más joven que él, pero con la apariencia de llevar cientos de horas sin dormir, quizá una vida entera. La miró fijamente y ella le miró. Se quedó impresionado al ver su largo pelo rubio y sus ojos grandes y claros. Pensó que, de haberla encontrado en un cuento y no en aquella tarde tan gris, ella hubiera sido la princesa del castillo. Pero no parecía que hubiera estado en muchos cuentos y su expresión más bien parecía esconder miles de cristales rotos. Colocó su mochila rosa y sucia encima de la mesa y ahí se recostó sin apartar su mirada de él. Al rato, recogió sus cosas y salió por donde había venido.

Al día siguiente, y por primera vez en bastante tiempo, él decidió repetir y eligió la misma cafetería para desconectar de su rutina de cada día. Y diez minutos después entró ella. Un instante en la barra, agarró su batido y se dirigió a la mesa donde estaba (donde la esperaba) él. Y allí pasaron un buen rato, sin dirigirse la palabra pero sin apartarse la mirada. La expresión de esa chica le fascinaba, su forma de pedir ayuda sin hablar…

En apenas dos meses, ella se había convertido en lo mejor de su rutina y él ya no se distraía con las ondas del café. Cada uno se refugiaba en la existencia del otro, hasta el punto de que un día que él salió media hora más tarde del trabajo, cuando fue a su lugar de encuentro la vio sentada donde siempre, con su batidito en la mano y los ojos empañados. No sabía en qué momento habían empezado a depender tanto de sus tardes a las seis, pero tenía la sensación de que su mirada azul cielo ocultaba nubes de tormenta. Y lo peor es que la fascinación que sentía por ella le había impedido ver los cambios que iba sufriendo día a día: cada vez estaba más delgada, su mirada se entristecía y sus manos hacía días que temblaban cuando sujetaban el vaso. Pero él no se daba cuenta de eso. Ni siquiera al ver su ropa vieja y rota se preguntaba en qué se gastaría el dinero aquel ángel que debería dedicar las tardes a hablar de chicos con sus amigas o estudiando en vez de pasarlas con alguien como él. Sólo sabía verla a ella, no a todo lo que la rodeaba.

Por eso se le paró el alma cuando un día como otro cualquiera ella ya no apareció, y desde ese día la silla donde nadie se sentaba nunca volvió a ser la silla donde nadie se sentaba nunca, y ya nadie pedía batidos a las seis de la tarde ni se recostaba en su mochila como si el mundo sólo viviera en una mesa de bar. Y ya daba igual que la esperara durante horas o días porque la vida, como un tren que siempre va demasiado deprisa y siempre llega demasiado tarde, se la había llevado por delante como se van las mayores ilusiones: dejándolo todo más feo.
(DIEGO GARCÍA)

“La vida mil vueltas da,
en una de ellas bajaste…”


lunes, 1 de junio de 2009

Aquí los inviernos son mucho peores desde que no estás...


¿Quién no ha deseado alguna vez hacer lo que le dé la gana? Y me refiero a “loqueledélagana”, no a lo que las normas te dejen hacer… No debe de haber muchas cosas mejores en este mundo que colarse en el colegio y atiborrarse a flashes en el comedor.

Hoy os dejo al gran Fran Nixon con este video, que seguramente sea lo primero que mire si algún día dejo de creer que la vida es sólo para disfrutarla.