jueves, 22 de enero de 2009

Y sin embargo, ahí está...


“¡Ah!, ¿no?”, ella también se rió, “¿qué te apuestas?” ”Lo que quieras...” Tres cuartos de hora después, cuando subían en el ascensor cargados de bolsas, él la miró, sonrió y le dijo que era una mujer increíble.

Desde que ganó aquella apuesta ha perdido la cuenta de las apuestas que ha perdido contra sí misma. Porque primero pensó que era homosexual, pero no. Luego, que era impotente, pero tampoco. No tenía ninguna enfermedad crónica, ni física ni mental, no era adicto a prácticas sexuales peligrosas, no vivía con ningún pariente incapacitado, no estaba casado, no huía de la justicia, no era un psicópata, no le olían los pies, no era tonto, ni vago, ni miembro de una secta, ni siquiera daltónico. Su única rareza era que le gustaba montar en bici y por eso tenía la cara morena todo el año, nada más. Y sin embargo, ahí está, levantándose a su lado todas las mañanas, para que ella, al verle, se diga siempre lo mismo: “no puede ser, no puede ser”, y exprima su imaginación en busca de un último argumento, cualquier detalle oculto que haya podido pasársele por alto a sus amigas, a sus hermanas, a sus primas, a su madre, a todas esas mujeres que levantan las cejas de asombro cada vez que les ven juntos, y guardan un silencio más elocuente que las palabras un segundo antes de decir: “ay, hija, qué bien, cómo me alegro por ti...”

Al despertarse, desde hace ya más de dos años, él suele decirle que está muy guapa por las mañanas. Y cualquier día, ella empezará a creérselo, pero, aunque a la mujer fea que habrá sido hasta entonces le cueste trabajo aceptarlo, eso no va a hacerla más feliz. Afortunadamente, tampoco menos.

ALMUDENA GRANDES

1 comentario:

Irene dijo...

A veces pensamos que por como nos han acostumbrado a vernos, a describirnos, a catalogarnos tenemos el cartel colgado de como debe ser nuestra vida, de como va a ser nuestra pareja, sin ninguna opción a que pueda ser mejor... En muchas ocasiones, nos van construyendo poco a poco una profecía de como va a ser nuestro futuro, y cuando esa profecía autocumplida no se cumple entendemos que la vida no la podemos predecir.

Ese es el problema de muchas mujeres en nuestro mundo, en nuestra sociedad, si no tienen en el curriculum buenos estudios, una talla de 90-60-90, una cara angelical y una buena condicion de mujer tierna y consentidora jamás podrás encontrar a un hombre que te quiera por quien eres y por lo que eres capaz de aportar a él y al mundo.