jueves, 28 de agosto de 2008

Más que mil palabras

Hoy no hay reflexiones. Ni canciones. Anoche, 14 tíos salieron a dejarse hasta la última gota de sudor para hacernos felices a todos los que sentimos como nuestros esos colores rojo y blanco. 14 tíos que no son los mejores del mundo, pero lo parecieron. 14 tíos que salieron a reírse de la mala suerte, de los contratiempos y de la gente que cree que para disfrutar del fútbol en Madrid las rayas rojas sobran de la camiseta blanca. 14 tíos que no están en las listas de los más guapos, ni de los que más cobran ni de los que más salen en las revistas, que no lloran si no les llevan a la selección ni se sienten infelices por cobrar menos de 10 millones de euros. Siempre estuvimos entre los mejores, pero ahora estamos frente a ellos.
Por eso, hoy ni reflexiones ni canciones. Hoy sólo me apetece dejar estas fotos, que esta vez sí valen más que mil palabras...






lunes, 25 de agosto de 2008

Pensando... (II)

“Corre,” dijo la tortuga.
“Atrévete”, dijo el cobarde.
“Estoy de vuelta”, dijo un tipo
que nunca fue a ninguna parte.
“Sálvame”, dijo el verdugo.
“Sé que has sido tú”, dijo el culpable.
“No me grites”, dijo el sordo.
“Hoy es jueves”, dijo el martes.

Y tú no te perfumes
con palabras para consolarme.
Déjame solo conmigo,
con el íntimo enemigo
que malvive de pensión
en mi corazón.

El receloso, el fugitivo,
el más oscuro de los dos,
el pariente pobre de la duda.
El que nunca se desnuda
si no me desnudo yo,
el caprichoso, el orgulloso,
el otro, el cómplice, el traidor.

A ti te estoy gritando, a ti,
que nunca sigues mis consejos.
A ti te estoy gritando, a ti,
que estás metido en mi pellejo.
A ti, que estás llorando ahí
al otro lado del espejo.
A ti, que no te debo más que el empujón
que anoche me llevó a escribir esta canción.

“No mientas”, dijo el mentiroso.
“Buena suerte”, dijo el gafe.
“Ocúpate del alma”, dijo
el gordo vendedor de carne.
“Pruébame”, dijo el veneno,
“y ámame como odian los amantes”.
“Drogas no”, dijo el camello.
“¿Cuánto vales?”, dijo el gángster.

A punto de rendirme estaba,
a un paso de quemar las naves,
cuando al borde del camino
por dos veces el destino
me hizo un guiño en forma de
labios de mujer.

“¿Nos invitas a una copa?
Yo te secaré el sudor”
“Yo te abrazaré bajo la ropa”
“¿Y quién va a dormir conmigo?”
“Ni lo sueñes”, contestó
una, indignada.
Y otra, encantada,
no dijo nada y sonrió...

A ti te estoy gritando, a ti,
que nunca sigues mis consejos.
A ti te estoy gritando, a ti,
que estás metido en mi pellejo.
A ti, que estás llorando ahí
al otro lado del espejo.
A ti, que no te debo más que el empujón
que anoche me llevó a escribir esta canción.

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Versión de su autor, el grandísimo Joaquín Sabina


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Versión con la preciosa voz de Julieta Venegas

lunes, 18 de agosto de 2008

Tic... tac...

“Sólo existen dos maneras de volver donde ya se estuvo:
una es darse la vuelta; la otra, darle la vuelta al mundo”


Lo reconozco: quizá le tenga algo de miedo al tiempo.

Miedo al pasado, a sentir que está ahí y siempre lo estará. Pase lo que pase. Para recordarme que casi siempre los días felices vinieron justo antes de los más tristes. Para hacer que me pregunte el porqué de tantos desengaños, de tantas puñaladas... y a no encontrar respuesta jamás, ni encontrar tampoco nadie a quien preguntarle. Para hacer que sea tan difícil encontrar en mi ayer a alguien que realmente se portara bien. Para sentirme estúpido recordando cuentos de princesas en los que creía ciegamente, a pesar de todo. Para recordarme mis muchísimos errores y para relativizar mis pocos aciertos. Soy así, no suelo mirar atrás con una sonrisa, simplemente porque todo lo bueno se acaba y lo malo se queda en mi memoria. Ojalá mi cabeza funcionara de otra manera. Dicen que de lo malo siempre se aprende, pero no me gusta lo que se aprende de lo malo.

Miedo al presente, a no saber quién soy, a pararme un día a pensar en mi camino y darme cuenta de que no es el que realmente quiero recorrer. A mirar algún día mi vida y que no me guste. A ver que nada ha merecido la pena. A no poder cambiar porque sea demasiado tarde.

Miedo al futuro, a despertarme un día y que la vida no me enseñe nada mejor. Que un día me haga darme cuenta de que lo bueno ya ha pasado, que los años avanzan pero que las cosas importantes no cambian, que las heridas no se borran y que las manchas no se van ni con agua caliente. Que me haga mirar hacia delante y ver que una casa se construye desde abajo, con paciencia y limpiando bien el terreno para que la construcción sea más fuerte y no se la lleve el viento por mucho que sople.

Creo que las cosas buenas, las mejores, sólo pasan una vez en la vida. Nadie puede pensar en volver a vivir algo maravilloso porque la segunda vez ya no será tan maravilloso como la primera. Sólo diferente. Ahí está la felicidad, en encontrar muchas cosas diferentes que conviertan un día normal en algo inolvidable. Así uno detrás de otro, cada día con algo distinto, por pequeño que sea. No en vivir mil veces lo mismo. Creo que la vida está hecha de pequeñas ilusiones que tienen que ser renovadas cada poco tiempo. Y, por supuesto, creo que nunca debes intentar volver al lugar donde un día fuiste feliz.