lunes, 25 de agosto de 2008

Pensando... (II)

“Corre,” dijo la tortuga.
“Atrévete”, dijo el cobarde.
“Estoy de vuelta”, dijo un tipo
que nunca fue a ninguna parte.
“Sálvame”, dijo el verdugo.
“Sé que has sido tú”, dijo el culpable.
“No me grites”, dijo el sordo.
“Hoy es jueves”, dijo el martes.

Y tú no te perfumes
con palabras para consolarme.
Déjame solo conmigo,
con el íntimo enemigo
que malvive de pensión
en mi corazón.

El receloso, el fugitivo,
el más oscuro de los dos,
el pariente pobre de la duda.
El que nunca se desnuda
si no me desnudo yo,
el caprichoso, el orgulloso,
el otro, el cómplice, el traidor.

A ti te estoy gritando, a ti,
que nunca sigues mis consejos.
A ti te estoy gritando, a ti,
que estás metido en mi pellejo.
A ti, que estás llorando ahí
al otro lado del espejo.
A ti, que no te debo más que el empujón
que anoche me llevó a escribir esta canción.

“No mientas”, dijo el mentiroso.
“Buena suerte”, dijo el gafe.
“Ocúpate del alma”, dijo
el gordo vendedor de carne.
“Pruébame”, dijo el veneno,
“y ámame como odian los amantes”.
“Drogas no”, dijo el camello.
“¿Cuánto vales?”, dijo el gángster.

A punto de rendirme estaba,
a un paso de quemar las naves,
cuando al borde del camino
por dos veces el destino
me hizo un guiño en forma de
labios de mujer.

“¿Nos invitas a una copa?
Yo te secaré el sudor”
“Yo te abrazaré bajo la ropa”
“¿Y quién va a dormir conmigo?”
“Ni lo sueñes”, contestó
una, indignada.
Y otra, encantada,
no dijo nada y sonrió...

A ti te estoy gritando, a ti,
que nunca sigues mis consejos.
A ti te estoy gritando, a ti,
que estás metido en mi pellejo.
A ti, que estás llorando ahí
al otro lado del espejo.
A ti, que no te debo más que el empujón
que anoche me llevó a escribir esta canción.

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Versión de su autor, el grandísimo Joaquín Sabina


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Versión con la preciosa voz de Julieta Venegas

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