Entre tanta desgracia, se agradece encontrarse de repente con una noticia así:
“Un equipo de arqueólogos […] ha datado en San Fernando (Cádiz) el abrazo más antiguo que se conoce en el mundo, el de dos esqueletos de la Edad del Bronce, del período neolítico, que se han encontrado acurrucados en un enterramiento individual. […] Los cuerpos, de unos 6.000 años de antigüedad según el análisis del carbono14 realizado sobre los huesos, ya se conocen entre los especialistas como los enamorados.” Fuente: http://www.elcorreoweb.es/andalucia/081616/abrazo/esqueletos/anos/cadiz/san/fernando/neolitico
Excusa perfecta para poner una de mis canciones favoritas, además de una de las voces con más influencia en mi vida, la de Ricardo Vicente.
Excusa para recordar que hay cosas que laten tan fuerte que no mueren nunca.
Y también para pensar en que después de todo, quizá haya senderos que jamás se bifurquen… ni siquiera en San Fernando.
Al otro lado del Atlántico cuentan una historia que habla de un árbol, el tamarindo, que sería como cualquier otro si no fuera porque la flor de esta planta tiene el poder de concederte tu mayor deseo si la recoges.
Pero tendrás que prestar mucha atención, ya que sólo florece por las noches, que es cuando las estrellas y las flores milagrosas escuchan los deseos del mundo. También tendrás que ir con mucho cuidado, podría haber alguien por ahí que pretenda robártela y tu deseo nunca se vería cumplido. Tampoco el suyo, ya que la flor se marchita cuando no reconoce la voz de quien la plantó.
¿Alguna vez habéis sentido que vuestro mayor deseo se ha cumplido? ¿Habéis escuchado su voz, acariciado sus manos? ¿Habéis sentido de cerca el latido de lo que más imposible parecía?
¿Alguna vez habéis visto sonreír a un sueño?
Dicen que tras la esquina no hay más que una canción que habla de este verano.
Dicen que eres como la sal: de día se ve y de noche se escapa.
Y sin querer cantaré, como aquel gallo que un día cantó por tener a su lado esa flor.
Dicen que más receta no hay que sólo dar sin pedir nada a cambio.
También que en primavera eres flor: por la orilla te ven y en invierno te apagas temprano.
Pero tú has llenado de sueños mi fuente, sentido de cerca mi voz. Las ventanas dejaste abiertas de mi corazón.
Alumbraste mi vida de un soplo, le pusiste velas al San Rafael. Llenaste de color este juego de niños.
Y sin querer cantaré, como ese gallo que un día cantó por tener a su lado esa flor.
Y otra vez pelearé, como aquel gallo que ya ha peleado en las ferias de tu corazón... en las ferias de tu corazón por tener esa flor.”